Un Perfecto Extraño

Mi vida puede a veces ser tan confusa que difícilmente distingo si estoy despierto o si de nuevo me he dejado abrazar por mis sueños, y es por ello que el episodio que me encuentro a punto de relatar puede haber o no pasado... Eso depende de ustedes, pues es este mi espacio, mi santuario, el lugar donde controlo el respirar y donde la misma muerte puede dar marcha atrás...

Javier está conectado. Mi corazón da una vuelta de 360 grados. No estoy seguro que sentimientos predominan ahora en mí... estoy tan excitado que no puedo ordenar bien mi mente. Me saluda, respondo el saludo. Todo parece ir como de costumbre, como siempre. Nuestra conversación comienza a subir de tono, me fascina eso. Hablamos sobre lo mucho que hemos pasado sin tener sexo... yo, toda mi vida. La perversión consume mi actuar, me invita a su casa... en algún momento tengo que dejar de ser Puro y Casto, ¿no? Acepto temeroso, mis padres no se encuentran en la ciudad. Al parecer las circunstancias son las indicadas, perfectas, terribles.

¿Será que por fin encontré a mi Príncipe Azul? O como yo prefiero llamarle... my Charming Prince, ya que lleva colgada en su espalda una espada, o al menos la armadura que la protege de los rayos de la Luna.

Su casa parece un gran lío de soltero... un platillo donde las colillas de los cigarros permanecen esperando el destierro está en el centro de la sala, encima del televisor me parece ver su ropa sucia y rebelde, la mesa está adornada con platos sucios y faltos de orden.

Me hace una señal. Llegó la hora de entrar a su caverna. El monstruo está a punto de atacar a la doncella. Su computadora personal está encendida... y así permanecerá toda la noche; su cama está pulcra, increíble dado el aspecto del resto de la vivienda; tiene un estante, lleno de maravillas para mi ojos, un Buddah y una cabeza de dragón. Recuerdo haberle dicho "Darkie, ¿eh?" el sólo respondió "Tan sólo un poquito".

Está echado en la cama, yo sigo analizando el estante y me sorprende no recordar más, a excepción de botellas vacías de licor sin marcas opresoras. Me uno a él en la cama, se levanta y apaga la luz. Se recuesta nuevamente, me aproximo a él y le doy un torpe beso... aún no he dado ni recibido el de deveritas.

Siento sus manos recorrer mi cuerpo, me tiene hechizado. Hago lo mismo... mi mano recorre su cuello, sus brazos, su pecho. Llego a su sexo, lo siento, la excitación es obvia.

Mis besos comienzan a acelerar, mis labios tocan su cuello, luego sigo el rastro de mis manos. Llegué, quitarle la jaula de encima fue algo más complicado de lo que creí. Comienza la masturbación, la pasión.

Repetimos los patrones, pequeñas y grandes variaciones. Dice que quiere algo más... me rehúso... es ahí cuando Javier se entrega a mí. Fue fantástico.

Hora del orgasmo. Produzco el suyo en él, él no me produce nada. Mis pensamientos son confusos, hirientes, dañinos. Necesito dormir un poco. Nos cubre, me abraza, siento su sexo, y no estoy seguro si ya desperté o aún estoy dejándome abrazar por mis sueños.