viernes, 30 de noviembre de 2007

Molestias

Me cuesta respirar. Duele. Creo que por fin me estoy muriendo...

¿Será que mi más macabro sueño se hizo realidad? Triste ironía... ¿O será tan sólo una pasajera gripe? Lo dudo, mi capacidad se está limitando, no puedo concentrarme, nisiquiera dejar que las palabras salgan de mi interior.

Susurros, susurros y más susurros son lo único que logro producir, siento que me estoy alejando de los demás, ya van dos días que no los veo y creo que la situación es glamorosa, fantástica, destructiva. No me llaman, no les importo, yo tengo que llamarlos.

Mi corazón se acelera, recupera su decaído compás y vuelve a acelerar, como deseando quebrar mis huesos, librarse de mis venas y salir de mi pecho, en busca de un fuego que lo pueda retirar de esta tierra.

La concentración es escasa, me está costando mucho leer, escribir, soñar... La energía no es suficiente, necesito un aliento de vida, así venga de un Muerto... Necesito esa Luz que llamamos Amor, pero no un Amor fraternal, ni parental, ni amical... necesito un Amor pasional, carnal, que me haga eyacular.

Necesito un escudero, o lo que sería mejor, un caballero de espada desenvainada, con ojos color de cristal y una sonrisa tan luminosa como el alma misma. Necesito una cura para esta enfermedad, no es física, es mental. Estoy desquiciado, necesito morir.

Voces vienen a mi cabeza, voces del pasado y gritos del futuro, gritos que vaticinan el rechazo total, la fría pero placentera indiferencia, la muerte en guillotina y con indefinido número de presentes, uno por cada Congruous que se aventura en mi laberinto.

La depresión es en serio mortal, y como todas las cosas, si en serio deseas algo... el Universo entero conspira para que lo consigas...

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